La historia de Banco Sabadell siempre ha estado ligada al desarrollo de las pymes, que son el verdadero motor de la economía española. Se trata de un caso de éxito que evidencia cómo se puede conjugar la rentabilidad con el apoyo al desarrollo de la economía desde la iniciativa privada. Sin embargo, una eventual fusión podrÌa acabar con su exitoso desempeño en la pequeña escala.
Caso: Banco Sabadell: una historia de amor a las pymes
Casos prácticos
Iñaki Ortega Cachón
Business Review (Núm. 351) · Finanzas · Enero 2025
Las pymes son los agentes más importantes en la creación de nuevos empleos, lo cual las ha convertido en el motor del desarrollo económico-social y el progreso de nuestro tiempo. Existen pocas dudas en el ámbito académico, político e incluso en la opinión pública. Ha sido un proceso gradual que comenzó tímidamente en los años ochenta, coincidiendo con el redescubrimiento del valor de la pequeña iniciativa empresarial en la economía, y no llegó a ser evidente hasta finales de los años noventa y principios de este siglo.
Fue durante ese período, jalonado por crisis importantes, cuando se produjo un cambio de escala en los cimientos de la política económica, tras constatarse la pérdida de competitividad de la gran empresa en los países desarrollados.
Esto supuso la quiebra de la estrategia de crecimiento que las economías de estos países, influidos por las ideas de John Kenneth Galbraith, mantuvieron durante las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Dicha estrategia consideraba a las pymes como unidades productivas condenadas a la ineficiencia en razón de su reducida dimensión.
Las externalidades positivas de la pequeña iniciativa empresarial están detrás del hecho de que instituciones públicas y privadas hayan querido apoyar al colectivo de las pymes durante los últimos más de cien años, luchando contra los fallos de mercado (o de gobierno) que les impiden crecer.
Breve repaso histórico del apoyo a las pymes
En un principio ese apoyo fue tímido, con las leyes antitrust del siglo XIX. Las primeras medidas fueron de orden normativo y estaban destinadas a proteger a los pequeños empresarios ante posibles abusos de las grandes corporaciones. Algunos investigadores ponen como paradigma de este tipo de acciones legislativas la Ley Sherman Antitrust, de 1890.
Este auxilio se vio sofocado tras la Segunda Guerra Mundial por la “gran escala”. En la década de los cincuenta y los sesenta del siglo pasado se asociaba a las pymes con el autoempleo, contraponiendo su aportación económica con los “arraigados” beneficios de la gran escala. Estas eran las cuatro principales críticas a las pymes:
1. Son menos eficientes.
2. Aportan menores niveles de empleo.
3. Están menos involucradas en la innovación.
4. Su importancia relativa irá declinando.
Aunque en los años cincuenta del siglo pasado diferentes gobiernos empezaron a asumir un papel más activo en el fomento de la pequeña empresa, especialmente en el terreno financiero, no fue hasta los ochenta cuando las actuaciones a favor de los emprendedores retomaron fuerza, con las teorías evolucionistas de telón de fondo y conforme los hallazgos empíricos demostraban su valor.
La presentación de The job generation process en el Congreso de Estados Unidos en 1979 allanó el camino. En este informe, el profesor David Birch demostraba que dos tercios de los nuevos empleos creados entre 1969 y 1976 tenían su origen en las pequeñas empresas, un porcentaje que se ha mantenido bastante estable. Son las pymes las que crean el empleo neto y no las grandes empresas.
A partir de los años ochenta y noventa, el alcance de la acción pública ha sido mucho más amplio, generalizándose los programas de formación y asesoramiento a empresarios; promoción de la I+D+i, o incubación y alojamiento empresarial. También con acciones que ponen el foco en la generación de condiciones que estimulen la iniciativa empresarial, como la introducción de asignaturas en los currículos académicos, la simplificación del marco regulatorio, la adaptación de la política fiscal o las iniciativas destinadas a impulsar un nuevo modelo de financiación promovidas desde el propio sistema financiero.
Además, las sucesivas crisis globales han impulsado actuaciones de fomento y protección de las pymes en España, como las moratorias y
la financiación del ICO en la pandemia, pero también han acentuado la necesidad de resultados visibles en el corto plazo, lo cual ha llevado a desdeñar las actuaciones de ecosistema o de largo alcance, como es la sostenibilidad de la financiación de este colectivo.
En esta coyuntura, ¿podemos permitirnos debilitar a las pymes? Vale la pena poner en valor el impacto de herramientas privadas de apoyo al crecimiento, como es la financiación especializada de Banco Sabadell, creado por pymes y cuyo principal activo son las propias pymes.
El papel de las pymes en la economía española
Si las pequeñas y medianas empresas en nuestro país se debilitan, supondrá una amenaza real de inestabilidad económica. Es imprescindible recordar que las pymes representan el 99% del tejido productivo y el 66% del empleo en España. Son todas esas empresas con menos de 250 trabajadores y una facturación anual inferior a cincuenta millones de euros. Y no hay que olvidar que nueve de cada diez de estas compañías son micropymes, ya que tienen menos de nueve trabajadores.
De hecho, España es uno de los países de la Unión Europea con menor escala empresarial. Nuestro tejido está formado principalmente por microempresas, como demuestra el dato que el empleo medio por empresas son dos trabajadores. Antes de lamentarnos por ello, hay que destacar que su contribución a la generación de empleo empresarial está en la línea de la media comunitaria.
Las cifras económicas, tan frías, nos impiden ver que detrás de ellas hay una mujer o un hombre que viven de ello, a la vez que forman parte del principal puntal del desarrollo económico español. En cualquier actividad encontramos un pequeño empresario o un trabajador autónomo. Vertebran el país porque están en todos los sectores, en cada pueblo, ciudad y comunidad autónoma.
Sin ellos, nada hubiera sido posible en España y nada lo será en el futuro. Pero, por alguna razón, en el imaginario popular sigue presente que solo eres un gran país si tienes grandes empresas, cuando la realidad es que la fuerza sistémica de cientos de miles de pymes ha construido y construirá las grandes economías del mundo.
Con la crisis de la COVID-19, 2020 será recordado como el peor año en la historia reciente para un pequeño empresario. Sin embargo, no han sido pocas las herramientas para salvar el tejido económico, desde el plan europeo SURE, que hizo posible financiar los ERTE, hasta la financiación del ICO, pasando por los fondos Next Generation.
También instituciones financieras como Banco Sabadell han sido capaces de ofrecer servicios de financiación a la medida de la pequeña escala, a pesar de los cantos de sirena a favor de trabajar exclusivamente con las grandes corporaciones, que presentan menos riesgos.
La iniciativa privada que escala pymes
Banco Sabadell es probablemente el testigo más fiel de la evolución del apoyo a las pequeñas y medianas empresas en España a lo largo de casi un siglo y medio. Fue fundado a finales de 1881 por un grupo de más de cien pymes, todas talleres, industrias y comercios locales. Se unieron para financiar y proporcionar apoyo a las pequeñas industrias textiles y manufactureras de la región, en plena expansión, pero con dificultades crecientes de acceso al crédito.
Esa clara vocación fundacional de apoyo al tejido industrial y comercial de su entorno permitió al banco vallesano crecer rápidamente. Además, la cercanía casi física de sus clientes, de los que muchas veces se convertía en socio estratégico, le aportó un valor diferencial que ha sabido mantener vigente a lo largo de casi un siglo y medio en que ha dado servicio con un denominador común, la pequeña escala empresarial.
Es evidente que el contexto y las necesidades de las pymes han cambiado de forma radical a lo largo de los últimos 144 años, pero también está contrastada la labor de anticipación, acompañamiento y asesoría del banco con ese pequeño tejido empresarial desde la época de la Restauración hasta el momento actual.
La base de su oferta ha sido siempre el conocimiento profundo de los distintos sectores de actividad, así como la aportación de crédito a corto y medio plazo, casi siempre la necesidad más apremiante para este tipo de empresas. Empezó a desempeñar ese papel al comienzo de la segunda revolución industrial, vinculada a las nuevas fuentes de energía y al desarrollo del transporte y de los medios masivos de producción. Ha asistido desde entonces a las empresas clientes a lo largo de cuatro revoluciones industriales más hasta la actual, centrada en la digitalización.
Hay algunas líneas de actuación que han acompañado al banco a lo largo de su historia. La primera, la capacidad de ayuda en momentos de crisis económicas, desde la Gran Depresión de 1929 a la de 2008 o la que provocó la pandemia. En todo momento incorporó el acompañamiento específico sobre innovación e internacionalización como un valor cualitativo para sus clientes. La industria textil clásica fue la primera gran beneficiaria de esa aportación. Poco a poco fueron añadiéndose sectores, también organizaciones y asociaciones empresariales, colegios profesionales y cámaras de comercio, primero en Cataluña y más tarde en el resto de España. De hecho, hoy es difícil encontrar una asociación de autónomos o un mercado municipal que no haya recibido la visita de un empleado del banco vallesano.
En este desempeño han sido claves la estabilidad y composición accionarial del banco. Su estructura de capital no experimentó cambios sustanciales hasta el presente siglo, manteniéndose ese espíritu de los fundadores. Tras la llegada en 1999 a la presidencia de Josep Oliu, hijo de un empleado de la entidad, el Sabadell salió a bolsa en 2001, pero respetando la idiosincrasia original, formando un núcleo duro de inversores catalanes, muchos de ellos vinculados a la economía productiva.
En su etapa presidencial, Oliu ha mantenido la misma estrategia de cercanía y apoyo financiero a las pymes que siempre había caracterizado a la entidad. En muy poco tiempo lo convirtió en el quinto banco de España gracias a una estrategia de fusiones que no lesionaron su desempeño en la pequeña escala.
Llegó a hacer catorce adquisiciones en apenas veinticinco años. Los bancos Herrero, Atlántico y Urquijo fueron adquiridos antes de la crisis de 2008. Después lo fueron Banco Guipuzcoano, Caixa Penedès, Banco Gallego, TSB o Caja de Ahorros del Mediterráneo. El resultado final de la política de compras llevó al banco a casi triplicar su balance. Pero, a diferencia de otros procesos similares de concentración de bancos en España, la oferta especializada en pymes siguió formando parte de su núcleo de negocio y nunca se perjudicó.
Herramientas al servicio del pequeño empresario
En este proceso de intensificación de su apoyo a las pymes, Banco Sabadell ha creado un conjunto de herramientas diseñadas para ayudar a los pequeños empresarios a crecer, innovar y expandirse en mercados globales. Estas incluyen:
1. Financiación a corto y medio plazo
El banco ha proporcionado productos de crédito flexibles, permitiendo a las pymes acceder a capital en momentos críticos. Solo en la primera mitad de 2024, facilitó 8.674 millones de euros en nuevos préstamos a pymes, un 35% más respecto al año anterior. A lo que se suman acuerdos como el firmado recientemente con Banco Europeo de Inversiones (BEI), que permitirá al banco ofrecer hasta 400 millones de euros adicionales en préstamos a las pymes en los próximos dos años.
2. Apoyo a la internacionalización
Con una cuota de mercado de más del 35% del crédito a la exportación gestionado, Banco Sabadell ha jugado un papel esencial en la expansión global de las pymes españolas. A través de sus servicios de comercio exterior, el banco facilita cartas de crédito, financiación de exportaciones y acompañamiento en ferias internacionales, ayudando a las empresas a entrar en mercados competitivos.
3. Innovación y digitalización
En los últimos años, la entidad ha fomentado la digitalización de las pymes, ayudando a adoptar tecnologías que han permitido, por ejemplo, acceder al comercio electrónico o la automatización. De hecho, el banco ha facilitado más del 20% de los terminales de punto de venta (TPV) utilizados en los comercios minoristas, lo cual refleja su influencia en el día a día de estas pequeñas empresas.
Esta relevancia se traslada también al emprendimiento, donde ha sido pionero en ofrecer financiación alternativa, como la de venture debt para pymes tecnológicas (startups) a través de Sabadell Venture Capital. Los datos acumulados desde 2019 hasta 2024 indican que Sabadell Venture Capital ocupa la segunda posición entre los diez corporate venture capital (CVC) más activos en Europa. Se trata del único representante español de la lista, con un total de 85 transacciones en ese período, y es que pocos bancos han querido entrar en esta área de negocio.
4. Cercanía y personalización
Desde su nacimiento, la entidad ha construido su reputación precisamente por ofrecer un servicio personalizado a las pymes, entendiendo las particularidades de cada sector. Una apuesta que ha liderado en solitario tras la desaparición de la marca Banco Popular y de muchas cajas de ahorros que operaban en este segmento.
El coste de no financiar a las pymes
El impacto de todas estas herramientas en el tejido empresarial es muy significativo. Banco Sabadell gestiona más del 41% del crédito relacionado con pymes en España, un dato que lo sitúa como un actor imprescindible en este segmento. Y hay que tener en cuenta que este porcentaje es superior en sus territorios de origen, como Cataluña, donde la mitad de las empresas trabajan con la entidad vallesana.
Los datos detallados anteriormente ponen en evidencia el coste que podría tener la desaparición de Banco Sabadell. Es algo que ya vivimos en España con la desaparición de la franquicia de Banco Popular.
Muchas pymes que eran clientes de la extinta entidad madrileña se encontraron en la tesitura de buscar nuevas fuentes de crédito, o bien quedaron sujetas a las políticas de crédito de Banco Santander, que adquirió la cartera de clientes del Popular.
Antes de la absorción, el banco cántabro tenía una cuota en el negocio de pymes del 11%, mientras que el Popular controlaba el 14%, con lo cual sumaban una cuarta parte del mercado. Siete años después la cuota ha descendido por debajo del 23% y su volumen de crédito total se ha reducido en 24.338 millones de euros.
Conclusiones
Los profesores José Luis Crespo Espert y Antonio García Tabuenca han argumentado que, en un momento de restricción crediticia como el que siguió a la gran crisis de 2008, la llamada “banca relacional” debía tener un papel en la ayuda a las pequeñas y medianas empresas. Lo definían como un modelo que pondera positivamente el contacto cercano con los prestatarios, ya que produce una mejora de la productividad de la contratación de crédito, especialmente en el caso de las pymes.
A partir de ahí extraían dos consecuencias: primera, que las entidades financieras de menor tamaño y las cajas de ahorro, por su mayor conocimiento del territorio y contacto más cercano con la clientela, son las que en el pasado habían extraído mayor ventaja; y segunda, que las entidades de mayor dimensión ya estaban comenzando a aplicar tecnologías de crédito transaccional adaptadas a la banca relacional.
Además, los autores apuntaban que ese concepto de banca relacional está a su vez interrelacionado con el de los nuevos servicios financieros orientados a las pymes. A la prestación de recursos financieros se suma la atención de otras demandas de las empresas, a las cuales ofertan productos ad hoc de índole financiera para la gestión de su negocio.
En el pasado, estos servicios a los pequeños negocios constituían un mercado tradicional de las cajas de ahorro, precisamente por su mayor proximidad y vocación hacia las economías familiares. Desde finales del siglo XX, diversos bancos comerciales fueron entendiendo las necesidades de las pymes y creando centros de atención diferenciada para ellas. Esto incluía equipos de gestores de clientes y especialistas en productos y riesgos orientados a esta tipología empresarial, que a su vez quedaba segmentada en diferentes categorías según el nivel de facturación y demanda de productos y servicios financieros. Por desgracia, ese esfuerzo por acercarse a las pymes se ha ido desvaneciendo.
En cambio, las buenas prácticas de Banco Sabadell le han permitido sobrevivir a ese enfoque relacional y ha seguido abriendo camino hacia una oferta especializada y muy cercana respecto a las pymes españolas.
Se trata de un caso de éxito que evidencia cómo se puede apoyar la fortaleza y el crecimiento de las pymes desde la iniciativa privada sin perjudicar la cifra de negocio ni, por supuesto, la sostenibilidad de las finanzas públicas. Al mismo tiempo, supone un acicate para que más agentes privados tomen ejemplo y se incorporen a esta estrategia exitosa de asociación con las pymes en un contexto en el que eventuales fusiones podrían limitar el buen desempeño de Banco Sabadell en la pequeña escala.
Iñaki Ortega Cachón
Profesor asociado de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) ·
Iñaki Ortega es doctor en economía, investigador y profesor de universidad durante los últimos 25 años. Actualmente es director del área de educación directiva Executive de Llorente&Cuenca (LLYC) además de consejero asesor del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación MAPFRE, profesor de dirección de empresas en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y director de los programas de liderazgo público de la CEOE. Ha estudiado entre otras instituciones en la Universidad de Navarra, Universidad de Deusto, IESE e IE Business School y ha dado clases en la Universidad del País Vasco, Universidad Francisco de Vitoria, ICADE Business School, Deusto Business School y la Escuela Diplomática entre otras muchas.
Ha asesorado a gobiernos, universidades y grandes empresas en el lanzamiento de sus programas de innovación y diversidad generacional Esto, unido a su paso por el sector público (fue parlamentario vasco y director general de la agencia de desarrollo económico de Madrid, Madrid Emprende), le ha dado una visión sistémica que le ha permitido ser considerado por el diario Expansión como uno de los 50 mayores expertos en transformación digital y ser requerido habitualmente por medios de comunicación económicos para emitir una opinión cualificada.
Ha dirigido y participado en más de 20 investigaciones académicas en relación con el emprendimiento, la innovación abierta, el impacto de la tecnología en el empleo y la diversidad generacional para entidades como el BID, Microsoft o Santander Universidades Ha defendido más de 30 comunicaciones en seminarios académicos y congresos en los últimos años: Ha publicado 15 artículos en revistas y especializadas. Ha dictado conferencias en numerosas universidades de España, Portugal y Latinoamérica (Colombia, México, República Dominicana y El Salvador). Y ha escrito más de 500 artículos divulgativos en medios de comunicación de prestigio como El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, El Correo, Expansión o Cinco Días. Ha publicado 9 libros, el último “La buena tecnología”, en diciembre de 2021 y editado por la editorial Planeta. El titulado “La revolución de las canas” fue elegido en 2019 como uno de los 10 mejores libros de empresa escritos en español según KnowSquare y ha sido traducido al inglés y al portugués. Estos libros han sido presentados en más de 50 actos públicos, en más de 30 ciudades de España, Portugal y América Latina.
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