El factoring puede resultar la alternativa de financiación más conveniente en el entorno empresarial moderno.
Las ventajas del 'Factoring'
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Si esta mañana, mientras iba a la oficina, ha utilizado su tarjeta de crédito para pagar en la gasolinera, ya conoce los elementos esenciales del factoring de efectos por cobrar. La tarjeta de crédito, uno de los vehículos modernos más habitualmente utilizados para financiar los efectos por cobrar personales, es similar al factoring comercial.
Una empresa vende un producto a un cliente que se aviene a pagarlo en un momento futuro. La empresa "vende" ese efecto por cobrar a un banco emisor, que cobra la cantidad íntegra y la abona a la empresa después de deducir un pequeño porcentaje (ver cuadro 1 en la página siguiente). La mayor comodidad, la reducción del riesgo de crédito y el más rápido flujo de efectivo para la empresa son las principales motivaciones.
El factoring se define como la venta de las partidas por cobrar por un montante descontado. Las partidas por cobrar son un activo de la empresa exactamente igual a cualquier otro elemento patrimonial. En el contexto de los contratos de préstamo, las partidas por cobrar se toman como garantía de un préstamo. En el marco del factoring, las facturas se venden al factor. De esta manera, no surge un préstamo ni una obligación; mediante esta operación, la partida por cobrar recogida en el balance de la empresa se transforma en efectivo, lo que hace que pase de ser un activo casi líquido a ser un activo líquido. En algunos casos, se pueden ofrecer las existencias y/o alguna pieza de equipamiento a modo de garantía.
El factoring difiere mucho de los préstamos basados en activos o en flujos de efectivo y, en el entorno empresarial moderno, puede resultar más conveniente que estas alternativas. Los motivos para recurrir al factoring pueden ser la protección crediticia, la necesidad de subcontratar los servicios de cobro y la mejora de los flujos de efectivo. En el cuadro 2 se ofrece un resumen de las principales diferencias existentes entre los tres tipos de préstamo. Como los activos se pignoran a modo de garantía, la titularidad y el riesgo siguen corres- pondiendo a la empresa. Los préstamos basados en activos suelen ser habitualmente préstamos renovables respaldados por los activos con mayor liquidez de la empresa: las partidas por cobrar y las existencias. Los demás activos de la empresa, como la maquinaria, los inmuebles, las patentes y marcas comerciales, también pueden ser pignorados como garantía. Habitualmente, la cantidad anticipada suele ser, en el caso de las pa...
James A. Weisel
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Profesor asociado de Contabilidad en la Stetson School of Business & Economics de la Mercer University y presidente de SCM Consulting, Ltd.
Cassie F. Bradley
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Profesora de Contabilidad en la Stetson School of Business & Economics de la Mercer University y presidenta de Market Results, Inc.