Crisis y reflotamiento en la PYME: Criterios de actuación
JA
José Antonio Segarra
Business Review (Núm. 278) · Estrategia · Mayo 2018
Adaptarse a los cambios nunca ha sido fácil. Ninguna empresa tiene asegurada su permanencia. La mortalidad de la empresa es paradigmática. Si nos preguntamos dónde se encuentran, 60 años después, las empresas que estaban en la lista Fortune 500 en 1958, descubriremos con estupor que tan solo el 20% se siguen manteniendo en la cumbre, el 30% subsisten en lugares secundarios y la mitad de aquellas empresas admiradas y que parecían invencibles hace 60 años, hoy están desaparecidas del mapa. Han sido incapaces de adaptarse a los cambios.
En las investigaciones realizadas sobre la antigüedad de la empresa mercantil, descubrimos que en 2016, y en todo el mundo, tan solo 750 empresas muestran antigüedades superiores a los 300 años.
La historia nos enseña que las empresas caen, independientemente de su tamaño y fortaleza, como también lo hacen las grandes civilizaciones. El Antiguo Egipto cayó, Atenas cayó, Roma cayó, cayó la España del Siglo de Oro, el Muro de Berlín, incluso Gran Bretaña, que hace un siglo era una superpotencia global, ha vivido desde entonces un pronunciado debilitamiento de su posición.
Basándose en esa evidencia empírica, podemos afirmar que todas las empresas pasan, a lo largo de su trayectoria vital, por momentos de ciclo bajo, donde deben proceder a ajustes para asegurar su supervivencia. La reestructuración, que siempre se había estudiado en los ámbitos académicos como respuesta a situaciones de patología, se ha convertido lisa y llanamente en fisiología de supervivencia. La capacidad de cambiar de piel y regenerarse a lo largo del tiempo es hoy una competencia crítica de las empresas.
Resulta imprescindible, pues, que las empresas evolucionen para mantener la competitividad y adapten su modelo de negocio, su "singularidad" en producto y servicio, sus costes, sus planteamientos financieros... a la realidad cambiante del mercado. Lo que empieza en una empresa por crisis estratégica, con pérdida de la singularidad, sigue con crisis de resultados y acaba, indefectiblemente, en crisis de liquidez.
Si la crisis de la empresa no se resuelve en forma y período razonables, la consecuencia letal, en última instancia, es su colapso financiero y su desaparición definitiva. La desaparición de la empresa conlleva la destrucción de los puestos de trabajo y los impagos a proveedores, acreedores, entidades financieras y entidades públicas. Además, en muchas ocasiones, supone la desaparición...