Cultivar una cultura de alta integridad
JF
Jean François Manzoni
Business Review (Núm. 227) · Habilidades directivas · Septiembre 2013
La búsqueda con el fin de descubrir los secretos de las organizaciones con un alto rendimiento ha sido intensa en estos últimos años, propiciando incontables best sellers e imitadores en el proceso. Sin embargo, en el frente de las organizaciones ha surgido una nueva búsqueda de algo que no resulta tan fácil de imitar: la alta integridad.
Esta búsqueda más nueva puede ser atribuida, en gran parte, a mayores expectativas por parte de la sociedad y los clientes, las cuales han conducido a una menor tolerancia hacia aquellas conductas percibidas como poco éticas o, en cualquier caso, inapropiadas. La comunicación digital y las redes sociales no han hecho más que intensificar la exigencia: las transgresiones son ahora casi imposibles de ocultar, y los empleados tienen cada vez más incentivos (y medios) para hablar sin reservas.
Cuando se producen fallos de integridad, éstos pueden resultar extremadamente costosos. Organizaciones de servicios financieros como UBS y Société Générale han sufrido pérdidas considerables por culpa de la mala conducta de algunos empleados; la desaparición de compañías como Enron, Parmalat y WorldCom estuvo relacionada con la proliferación de malas prácticas y su encubrimiento; y los reguladores han impuesto recientemente multas significativas (de más de mil millones de dólares, unos 760 millones de euros al cambio) a compañías como Pfizer, Johnson & Johnson y Siemens, por mencionar unas cuantas.
En consecuencia, los líderes empresariales buscan ahora nuevas maneras de fomentar tanto el alto rendimiento como la alta integridad y, idealmente, de integrar a ambos en la cultura de sus organizaciones. En este artículo trataré algunos de los desafíos más importantes a la hora de lograr que una organización posea un alto nivel de integridad.
LAS RAÍCES DE LA INTEGRIDAD
Hoy en día, una idea generalmente aceptada es que las organizaciones que disfrutan de un éxito duradero en términos de rendimiento e integridad lo hacen, en parte, porque han desarrollado una cultura organizativa fuerte y positiva. Ahora bien, ¿qué es exactamente la cultura organizativa?
Si le hace esta pregunta a cualquier grupo de ejecutivos, obtendrá una larga lista de términos que, aunque guardan relación entre sí, significan cosas muy diferentes. Mi definición preferida es la de Rob Goffee y Gareth Jones, profesores de la London Business School: "La cult...
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