Después de la crisis, ¿qué? Claves para posicionar su empresa en un mundo multipolar
Business Review (Núm. 181) · Estrategia · Julio 2009
LA PESADILLA DE UNA NOCHE INVERNAL
En mi último viaje a China, un calígrafo que trabaja en el Templo del Buda de Jade de Shanghái me enseñó que en su cultura el término "crisis" no existe. Yo había escuchado una y mil veces que en mandarín "crisis" se escribía con dos caracteres, "riesgo" y "oportunidad". Sin embargo, este sabio me comentó que para los chinos todo tiene un sentido, nada es casualidad, y por tanto los momentos de bonanza y de dificultad forman parte de un todo, de un camino (un "tao") de evolución.
Vistas así las cosas, de las crisis se puede aprender mucho. En los últimos treinta años, España se ha transformado política, social y económicamente de una manera asombrosa, acabando para siempre con un aislamiento secular desde el reinado de Felipe II. La transición española es modelo en distintas partes del mundo, desde la Europa del Este al Lejano Oriente, pasando por Iberoamérca y África. El crecimiento económico ha sido vertiginoso y nos ha convertido en la octava potencia del mundo (no entiendo, la verdad, que nuestro gobierno haya tenido que esforzarse por estar en el G-20). Y esta crisis, lejos de visiones apocalípticas, debería enseñarnos muchas cosas (volviendo al pensamiento oriental, un refrán de aquella parte del mundo dice que "cuando el alumno está preparado, aparece el maestro").
Antes de iniciarse esta crisis, de las hipotecas subprime y del estallido de la burbuja inmobiliaria, teníamos dos grandes problemas (en realidad, el mismo en dos caras opuestas). El primero, la productividad. A lo largo de toda una década, hemos sido el único país de nuestro entorno con productividad negativa. Siendo la octava economía del planeta, estamos en el puesto veintinueve en productividad y competitividad. Nuestro problema de productividad, conviene repetirlo, no es un problema de costes salariales o rigidez laboral, sino de calidad directiva. El 60% de nuestra (baja) productividad se explica por una escasa calidad directiva. Y el 40% restante, por una muy limitada inversión en tecnología (dedicamos apenas el 5% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB) a tecnologías de la información y las comunicaciones, en tanto que la Unión Europea destina a invertir en TIC más del 12% de su PIB y Estados Unidos más del 15%). En realidad, empresarios y directivos poco profesionalizados gestionan mal su tiempo y el de sus colaboradores ("subordinados", les llamarían ellos), obtienen muy pocos resultados de sus equ...