La pandemia de la COVID-19 ha actuado como acelerador de muchos cambios que, generalmente, necesitarían un tiempo de maduración. Un caso paradigmático es el del teletrabajo, que ha pasado de ser una opción residual en las empresas a una iniciativa que cada vez gana más adeptos. Tras el confinamiento y la vuelta a la normalidad, el debate está ha abierto, con defensores y detractores claros del trabajo en remoto. Es el momento de contrastar argumentos
El trabajo en remoto puede funcionar
LD
Llewellyn D. W. Thomas
Management & Innovation (Núm. 56) · Estrategia · Junio 2023
El cambio hacia el trabajo en remoto fue espectacular durante la pandemia. Las herramientas de colaboración digital, tales como Zoom, Webex, Slack, Microsoft Teams y otras, permitieron a las organizaciones hacer una rápida transición de las operativas presenciales a las digitales, proceso que, en algunas organizaciones, se dio, literalmente, de un día para otro. Si bien a muchos les pareció una transición abrupta, en realidad, el paso al trabajo en remoto es una tendencia que lleva bastante tiempo en marcha. Y, como sucede con la mayoría de los cambios en las operativas de las organizaciones, ya sabemos mucho acerca de qué cosas funcionan y qué cosas no.
Los beneficios del teletrabajo
Algo que tenemos ya claro es que el trabajo en remoto reporta beneficios importantes a las organizaciones capaces de adoptarlo con éxito. Más allá de los beneficios obvios de permitir que las empresas sigan funcionando cuando las medidas de distanciamiento social impiden a los empleados interactuar en persona, también sabemos que el teletrabajo puede aumentar la productividad. Por ejemplo:
• El trabajo a distancia permite repartir el personal geográficamente, abarcando, de hecho, el mundo entero, cosa que permite operar las 24 horas del día.
• El trabajo en remoto también permite acceder a reservas de talento que antes eran inaccesibles, dado que el trabajo con presencia física limita el talento disponible al lugar donde está la sede de la organización.
• El teletrabajo también puede reducir la rotación del personal y los costes que conlleva su sustitución, ya que la mayor flexibilidad que posibilita permite al personal alinear sus cambiantes circunstancias vitales con su empleo
• El trabajo a distancia también genera beneficios económicos directos, y algunos estudios sugieren que se pueden reducir los costes inmobiliarios anuales en más de dos mil dólares por empleado. La “calculadora de ahorro del teletrabajo” (https://globalworkplaceanalytics.com/roi), que incluye los gastos inmobiliarios, la productividad y la rotación del personal, sugiere que estos ahorros podrían superar los dieciocho mil dólares por trabajador y año.
• En consecuencia, el trabajo en remoto puede potenciar la capacidad de las organizaciones para crecer, especialmente las organizaciones pequeñas.
Llewellyn D. W. Thomas
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Profesor del departamento de Sistemas de Información en IESE Business School