Hacia unos consejos de administración más activos
MS
Michael Schrage
Business Review (Núm. 194) · Recursos humanos · Octubre 2010
En julio de 2007, cuando los antaño vertiginosos mercados financieros empezaron a percibir que algo podía estar yendo espantosamente mal, el máximo directivo de la que por entonces era la principal empresa de servicios financieros de Estados Unidos justificaba de la siguiente manera la actitud de "despreocupación" de su banco hacia el riesgo. "Cuando la música se detenga, en términos de liquidez, las cosas serán complicadas", decía el presidente y consejero delegado de Citigroup, Charles Prince, al Financial Times. "Pero mientras la música siga sonando, tienes que levantarte y bailar. Nosotros seguimos bailando".
Esta cita se ha convertido en el aforismo emblemático de la crisis económica de 2008-2009: el símbolo de cómo algunos directivos de banca y de servicios financieros justificaban su mal juicio y su comportamiento negligente (o incluso fraudulento). No obstante, también refleja una patología aún más perniciosa, relevante para todas las crisis de empresas que hemos presenciado últimamente en los sectores del petróleo, del automóvil y de los servicios financieros, en las cuales los propios errores de las empresas han sido, al menos en parte, los responsables de sus males. Como afirmaba recientemente un respetado miembro no ejecutivo del consejo de administración de un banco de primer nivel de Estados Unidos en una conversación privada, "Todavía no me puedo creer que Prince dijera eso. Si hubiera sido uno de sus accionistas, me habría sentido furioso. ¿Dónde estaba su consejo de administración?".
¿Dónde estaba el consejo de administración? Al parecer, Prince pensaba que los supervisores de su consejo de administración estaban satisfechos con el hecho de que su banco bailara en nombre de los accionistas. Y tenía toda la razón para creerlo, ya que los miembros de su consejo al parecer nunca pusieron en tela de juicio la hipótesis.
Este modelo de gobierno del "Prince del Citi" constituye más la norma que la excepción en el mundo de los negocios. Por ejemplo, en la mayoría de los bancos y empresas de servicios financieros que se vieron gravemente afectados por la recesión, los consejos de administración se habían mantenido al margen durante los años de mediados y finales de la década de 2000, haciendo poco o nada claramente sustancial para supervisar o criticar los riesgos que esas empresas estaban asumiendo con sus instrumentos financieros, apalancamiento e inversiones. Entre las empresas que fueron rescatadas o queb...
Michael Schrage
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Research fellow en la Initiative on the Digital Economy de la MIT Sloan School of Management