La conexión: puente en los equipos

La conexión, un elemento clave para la sostenibilidad de un equipo, se ve cada vez más amenazada por factores como el trabajo en remoto, los entornos líquidos, la globalización y el cambio como constante.

Sin embargo, estar conectado o desconectado dentro de un equipo va más allá de la tecnología y la comunicación. No depende de un cable, sino de la red que conformamos entre nosotros. La auténtica conexión se produce cuando los miembros del equipo confían los unos en los otros y están unidos por un propósito común, por un hilo invisible que trasciende lo físico y lo tecnológico.

Es un sentimiento, un vínculo que supera cualquier barrera, fomenta relaciones significativas y crea un entorno de apoyo mutuo y colaboración. Se trata de un sistema de comportamientos, actitudes, juicios, creencias y valores que nos hace ser parte de algo más grande, como un universo en expansión. Esta conexión facilita la construcción de puentes y relaciones con personas de diferentes culturas y valores.

La neurociencia y la psicología de la conexión nos enseñan que va más allá de una mirada o un apretón de manos. Ocurre cuando compartimos verdaderamente con otros. Nuestro cerebro se “ilumina”, liberando un neurotransmisor que facilita la conexión profunda y el vínculo con los demás. Imaginemos la luz, energía, potencia y compromiso que pueden generar los cerebros de un equipo conectado así.

Cuando un equipo es consciente de que cada acción o comportamiento está conectado, la colaboración y la innovación se potencian hacia el logro de objetivos comunes.

Hay que tener en cuenta que las culturas que promueven la conexión de los equipos disfrutan de los siguientes beneficios:

• Aumento de la productividad y la eficiencia. 

• Mayor resiliencia y adaptabilidad.

• Innovación y creatividad en la resolución de problemas.

• Fomento del cuidado y respeto entre todos.