Una agenda de la innovación para asegurar el éxito
Business Review (Núm. 191) · Habilidades directivas · Junio 2010
Tanto si hemos dejado realmente atrás el sufrimiento de la recesión de los dos últimos años como si esto no ha ocurrido aún, lo que sí se ha producido es un cambio, largamente esperado, en el tono de las conversaciones que los miembros de los equipos directivos mantienen ahora. Los directivos ya no pasan la mayoría de sus horas de trabajo (y frecuentemente de sus horas de ocio) obsesionados con la reducción de costes, la optimización y la reestructuración. Su atención ha vuelto a centrarse en el crecimiento y en encontrar nuevas oportunidades para el negocio.
En otras palabras, la innovación ya no se encuentra en suspenso; es uno de los imperativos para el momento que estamos viviendo.
Lo difícil es descubrir la forma de conseguir esa innovación. Los directivos que intentan insuflar nuevas energías a sus programas de innovación se enfrentan a dos crudas realidades. En primer lugar, tras las actividades de reducción de costes y de reestructuración de los últimos veinticuatro meses, disponen de menos recursos y capacidades para poner en práctica nuevas iniciativas; al igual que ocurre con todo lo demás, tienen que conseguir más resultados con menos recursos. En segundo lugar, en lo relativo al esfuerzo de innovación, la mayoría recordarán, aunque preferirían no hacerlo, que sus tasas de éxito eran desalentadoramente reducidas. Por lo tanto, en su esfuerzo por seguir apretándose el cinturón, son conscientes de que sus esfuerzos de innovación tienen que resultar mucho más eficaces que en ningún momento pasado.
Para complicar el desafío, la mayoría de los directivos no parten de posiciones privilegiadas. Están volviendo a abordar carteras de innovación amplias y difusas, llenas de proyectos mimados, medidas a medio elaborar e iniciativas estancadas. Sus subordinados, aunque tienen buenas intenciones, carecen del enfoque, la disciplina y la energía necesarias para desarrollar innovaciones de éxito. Después de haber sobrevivido a la tormenta económica, sus organizaciones se encuentran un poco desorientadas sobre la manera de elaborar planes que permitan reconstruir la ventaja competitiva en un mundo radicalmente distinto.
Tenemos ante nosotros una oportunidad sin igual para avanzar en medio de estos desafíos y abordar la innovación con una energía sin precedentes, pero para conseguirlo serán necesarios tres actos decisivos de liderazgo:
Fijar el rumbo. En primer lugar, se deb...
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