Andrew McAfee: "La mayoría de las grandes organizaciones están fragmentadas, o que bloquea la capacidad de propagar las buenas ideas"
Entrevistas
MS
Michael S. Hopkins
Business Review (Núm. 199) · Márketing · Marzo 2011
Es probable que usted no lo sepa, pero tiene más rasgos en común con Garry Kasparov de lo que piensa. Y su organización cualquier organización tiene más en común con el mundo del ajedrez de lo que imagina.
En 1985, Kasparov, con veintidós años, se convirtió en el campeón mundial de ajedrez más joven de la historia. Durante la mayor parte de las dos décadas siguientes, no sólo fue el jugador mejor clasificado del mundo, sino también el primer campeón que jugó repetidamente partidas públicas contra ordenadores. Al comienzo de ese período de tiempo, ganaba. Ganaba siempre. Luego, en 1997, sufrió una famosa derrota ante el superordenador Deep Blue, de IBM. Y antes de que transcurrieran diez años desde esa derrota, y de que Kasparov se retirase, la tecnología había cambiado tanto que ya no sólo no podía vencer a ordenadores especializados, como Deep Blue, ni siquiera podía derrotar a buenos programas de ajedrez que operaban en servidores disponibles en el mercado.
A Andrew McAfee, el investigador científico de MIT Sloan y autor de Enterprise 2.0, le encanta esta historia. Pero lo que más le gusta es lo que viene a continuación.
"Lo realmente interesante, y lo que me hace sentir muy optimista", dice McAfee, "es que Kasparov afirma que organizó una serie de concursos en los que jugaban entre sí distintas combinaciones de personas y ordenadores. La combinación ganadora no era el equipo formado por los mejores jugadores de ajedrez. Tampoco era el conjunto de los ordenadores más rápidos y con mayor potencia. En realidad, el equipo que ganaba era el formado por algunos buenos jugadores de ajedrez en combinación con ordenadores personales. El ganador era esta maravillosa combinación de intuición y reconocimiento de patrones aportada por la mente humana en conjunción con la gran cantidad de potencia de cálculo de origen informático. El proceso seguido por el equipo para imaginar el siguiente movimiento era superior tanto al de los mejores maestros de ajedrez como al de los ordenadores superveloces".
Esta historia tiene dos moralejas. La primera: todos somos Garry Kasparov.
A todos nos ha pasado como a él, hemos sido testigos de los meteóricos avances tecnológicos en potencia de cálculo, capacidad de almacenamiento de datos y velocidad de comunicación, que han transformado su mundo y el nuestro y han planteado nuevas preguntas sobre el lugar que tienen en ese mundo los líderes, directivos y profesionales. ...