Cambios tecnológicos, cambios culturales

Las relaciones humanas son inherentes a las empresas porque, después de todo, son grupos de personas. Por ello, por más innovaciones que se implementen en una organización, las nuevas tecnologías no implican solamente dispositivos, medios o plataformas de interacción. Hemos de pensarlas como entornos completos, tanto físicos como simbólicos, ligados a las acciones cotidianas: lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos. En otras palabras, el uso de nuevas tecnologías reconfigura las relaciones humanas.

Los últimos años han catalizado los procesos de digitalización, afectando tanto a las relaciones con clientes y consumidores como a los vínculos entre los trabajadores. Así, un proceso de transformación digital es mucho más profundo que la adopción de softwares o dispositivos. Se requieren nuevos procesos, protocolos de seguridad, interacciones entre áreas y, sobre todo, nuevos hábitos, reglas, talentos, costumbres, creencias, habilidades y competencias. Es decir, que cualquier transformación tecnológica en una organización es, en realidad, una transformación cultural.

En blanco sobre negro: una plataforma tecnológica necesita una plataforma cultural que le dé soporte. Y si esta última no está preparada, hay que trabajar junto a las personas para lograrla. Algo así se hace, sin duda, desde la comunicación interna. Hará falta una mirada introspectiva en los niveles más profundos de la propia cultura. Entender dónde se está ahora mismo y dónde se necesita estar. En ese gap hay que poner los esfuerzos comunicativos.

Hoy, los comunicadores internos estamos haciendo frente a una temporada de cambios culturales masivos en las organizaciones. Para lograr esos grupos humanos que el contexto requiere sin que se pierda la esencia identitaria. Para mantener la conexión, pero aquella que las personas tienen entre sí y con las organizaciones.