El uso de incentivos como palanca para mejorar el rendimiento de las organizaciones tiene una larga historia de éxitos y fracasos. A pesar de su complejidad, seguir cinco pasos nos ayudará a influir de forma adecuada en el comportamiento de los profesionales de nuestra organización para alcanzar los resultados esperados.
Cinco pasos para diseñar unos incentivos efectivos
JP
Javier Pérez Navarro
Business Review (Núm. 349) · Recursos humanos · Noviembre 2024
La definición de incentivo que ofrece la RAE es esta: “Que mueve o excita a desear o hacer algo”. Y el concepto en el contexto laboral es comprendido por la mayoría de nosotros sin mayor explicación: se trata de recompensas que se entregan a cambio de algún logro.
A priori parece un mecanismo sencillo, pero ¿cuántos son los casos en los que no conseguimos que los incentivos planteados realmente “muevan a desear o a hacer algo”? O, más importante todavía, ¿cuántas veces los efectos colaterales negativos que generan los incentivos son superiores a los positivos?
La realidad es que diseñar mecanismos de incentivos efectivos es una tarea tremendamente compleja. Veamos por qué esto es así y cuáles son las estrategias y pasos que se deben considerar para un diseño e implantación efectivos.
¿Por qué es fundamental la estructura de incentivos?
Durante las últimas décadas se ha ahondado mucho en una disciplina llamada “ciencia de la conducta”. De hecho, en 2016 Oliver Hart y Bengt Holmström ganaron el Nobel de Economía por sus contribuciones a la teoría de contratos, que estudia las consecuencias de la asimetría de información entre diversos agentes económicos (principal y agente).
Esta teoría parte de una premisa general en la que un principal –en nuestro caso, la empresa– querría maximizar el esfuerzo del agente–un empleado– para maximizar los resultados con el mínimo coste posible, pudiendo observar solo señales indirectas del esfuerzo.
La pregunta “¿Cómo consigo que los equipos se comporten como necesito que lo hagan?” ocupa un lugar primordial en las agendas de los primeros ejecutivos. Y, con “se comporten”, nos referimos tanto a la cantidad de esfuerzo como a la calidad de este en términos de realizarse de la forma y en la dirección adecuadas. La estructura o sistema de incentivos que diseñemos y mantengamos en nuestra organización tendrá un gran protagonismo de cara a conseguir una consistencia en estos comportamientos, que se traducirán en una consistencia y sostenibilidad en los resultados empresariales.
¿Por qué es tan difícil diseñar estructuras de incentivos efectivas?
Puestos a resumirlo en una frase, sería porque los activos que tratamos de gestionar son personas. Sonará muy simplista, pero en el fondo todos los puntos qu...
Javier Pérez Navarro
Senior Manager en Peoplematters ·