Creación conjunta, liderazgo compartido
El sector opina
KH
Karina Henao
Business & Technology (Núm. 38) · Habilidades directivas · Septiembre 2017
La habilidad para trabajar en equipo ha pasado de ser un valor añadido a contarse como un básico en las competencias de cualquier perfil. La persona que se incorpora a una organización debe hacerlo de forma activa, entendiendo que deberá estar abierta a construir lazos interpersonales que aporten valor al desarrollo de los proyectos y a la generación de una verdadera comunidad en el entorno laboral.
La línea divisoria entre el perfil personal y el profesional se percibe cada vez más fina; tanto es así que las diferentes tendencias en la gestión de recursos humanos apuestan por generar ambientes con relaciones de autoridad más horizontales, que redunden en beneficio de la empresa gracias a la comunicación transversal entre diferentes equipos y proyectos.
Pero nada de esto es posible sin un cambio en la gestión del poder por parte de los líderes. El liderazgo es cada vez más compartido y menos centralizado; sin embargo, esta función no solo depende del director del equipo: esta corresponsabilidad depende de las capacidades individuales de cada miembro. Puede parecer contradictorio, pero la gestión global de los grupos necesita una atención particular de las personas y, por lo tanto, reconocer en cada una sus habilidades y talento para maximizar los resultados de sus aportaciones.
El objetivo último es fomentar la cocreación; la confianza del líder en su equipo se debe traducir en la generación de estrategias conjuntas, donde todos se sientan parte activa de las ideas y de su implementación, que perciban que el talento por el que un día fueron contratados beneficia a todos. De esta manera, los niveles de motivación se activan positivamente y el sentido de pertenencia a la empresa se refuerza.
Karina Henao
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Career service program manager de ESCI-UPF.
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TP