Midjourney, Dall-E 2 o Stable Diffusion son algunos de los sistemas más conocidos para crear imágenes automáticamente a partir de textos. La generación de recursos gráficos con IA es la base de nuevos negocios, però es una actividad que presenta ciertos condicionantes legales e, incluso, éticos
Crear ilustraciones y fotografías con inteligencia artificial, una nueva oportunidad de negocio
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Harvard Deusto
Business Review (Núm. 326) · TIC · Octubre 2022
La Inteligencia Artificial (IA) contará en 2025 con un tamaño de mercado en el mundo estimado en 126.000 millones de dólares (más del doble de los 51.270 millones de dólares previstos para este año), según datos del portal Statista. Esta tecnología ya está ocupando sectores que hasta ahora permanecían reservados al intelecto humano, y ámbitos como los de la automoción, el retail, la logística y la salud ya están aprovechando la capacidad analítica de las “máquinas” para dar lugar a sorprendentes avances.
A pesar de que la digitalización ya forma parte de la cotidianidad empresarial, algunos alcances de la IA no dejan de asombrarnos y de abrir nuevos horizontes de negocio. Uno de ellos es el uso de la inteligencia computacional para crear ilustraciones, fotografías y vídeos, que se emplean en sectores como el editorial, el publicitario o en el grafismo de productos, entre otros ámbitos.
Este recurso, por el que apuestan cada vez más empresas, está poniendo en alerta a diseñadores gráficos, fotógrafos, ilustradores y otros artistas que, ante la velocidad de evolución de esta tecnología, ya están augurando la gran disrupción que ello está a punto de provocar. Y es que estos programas de IA pueden activar sus “redes neuronales” para generar imágenes estáticas o en movimiento a partir de una simple frase escrita por el usuario, con todo lo que comporta su sencillez de uso y el amplio abanico de posibilidades que se derivan.
Una muestra de que se trata de una actividad de negocio en expansión es que cada vez hay más sistemas previamente habilitados para convertirse en “artistas”. Algunos de los más conocidos son:
- Midjourney. Este pequeño laboratorio de investigación independiente tiene un modelo de negocio “freemium”, que ofrece al usuario la opción de generar hasta 25 imágenes de una forma gratuita, aunque tendrá que pagar si desea más rapidez, capacidad u otras prestaciones avanzadas.
- Dall-E 2. “Un astronauta montando a caballo en un estilo fotorealista” puede leerse, junto con la consiguiente imagen generada, en la web de este programario, desarrollado por el laboratorio Open AI, fundado en San Francisco por el magnate Elon Musk. En un principio, esta herramienta nació como un proyecto de investigación sin ánimo de lucro, pero se ha convertido en un gran negocio, tras aceptar en 2019 una inversión de 1.000 millones de dólares por parte de Microsoft.
Dall-E 2 genera imágenes digitalizadas a partir del lenguaje natural, combinando conceptos, atributos y estilos. Y, este mismo año, el laboratorio ha lanzado Craiyon, un sistema en el que la selección de imágenes no se filtra de entre las disponibles en la red.
- Stable Diffusion. Este programa se basa en un modelo de código abierto y, por tanto, gratuito, fundamentado en el aprendizaje automatizado (machine learning). Creación de la startup londinense Stability AI, este programa permite tareas adicionales, como “traducciones” de imagen a imagen basándose en una indicación textual. La compañía, de 75 empleados, está en conversaciones para obtener capital por valor de 1.000 millones de euros, según indicó la revista Forbes recientemente.
- Imagen. Aunque no está disponible para el público, una gran marca virtual como Google no ha querido perder el tren de los generadores de imágenes. Así, la organización creó un benchmark llamado DrawBench para demostrar, comparativamente, que su propuesta es capaz de idear creaciones más precisas que otras soluciones.
¿Dónde queda la ética?
El retrato de los principales generadores virtuales de fotografías e ilustraciones muestra una oferta creciente y dinámica. Sin embargo, esta se encuentra condicionada por ciertas dudas legales e incluso éticas, que conviene conocer al apostar por un negocio de este tipo:
- Para concebir, en pocos segundos, una creación virtual, la mayoría de estos programas se nutren de millones de imágenes de internet, sin importar que muchas de ellas cuenten con el pertinente copyright de su autor. No es que estos sistemas copien tal cual esa ingente cantidad de ilustraciones y fotografías, sino que, de algún modo, se inspiran en ellas para concebir una nueva imagen propia. Esta forma de proceder genera un debate legal sobre si puede usarse un trabajo que tiene derechos de autor, sin el consentimiento de este, para tal fin.
- Otro debate es saber si los generadores virtuales de imágenes e ilustraciones fomentan la aparición de deepfakes en la red que, igualmente, comporten problemas legales. En este sentido, DALL-E 2 y Midjourney cuentan con restricciones para evitar que el programa cree imágenes sangrientas o pornográficas, un límite que algunos usuarios logran saltarse en Stable Difussion al ser de código abierto.
- Un tercera duda tiene que ver con la propia naturaleza de la actividad de negocio en sí, es decir, con reemplazar al hombre por una máquina para crear arte, sin olvidar las implicaciones laborales y económicas que este cambio pueda tener. Un debate que tal vez ya haya existido en otros momentos, como cuando se pasó de una ilustración gráfica estrictamente manual a una concebida, también, con el apoyo del ordenador. Todo teniendo en cuenta que tal vez las ilustraciones que tienen el sello de la IA quizá no surjan de la capacidad creativa del hombre, si bien, paradójicamente, no dejan de ser un producto humano, en tanto que tecnológico.
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