¿Economía colaborativa o de plataforma?

¿Economía colaborativa o de plataforma? ¿Economía colaborativa o de plataforma?

Si bien las primeras iniciativas de economía colaborativa fueron potenciadas desde la sociedad civil, los modelos 2.0, o de plataforma, han crecido de la mano de un capital financiero global que vio una oportunidad en la creciente capacidad informática para el procesamiento de datos y en la geolocalización de los teléfonos móviles.

La definición más reciente de economía colaborativa presenta algunas características específicas que no podemos obviar. Estamos hablando de empresas cuyo negocio se centra en potenciar el uso de bienes infrautilizados; donde los consumidores pagan por el acceso temporal a estos bienes; donde el contacto entre ellos se realiza a través de una plataforma; cuyo crecimiento es de tipo experimental, gracias al llamado efecto red de Internet; y (atención) donde estos activos, a menudo, aparecen alquilados en lugar de ser, simplemente, compartidos.

La economía colaborativa, ciertamente, no nació ayer. La primera economía colaborativa, a la que podemos llamar 1.0, es la que conocemos a través de los libros de historia. Es la que nos lleva de las sociedades cazadoras y recolectoras de la prehistoria a la industria textil horizontal de la Inglaterra anterior a la Revolución Industrial, pasando por las cooperativas de trabajadores ideadas por Robert Owen, hasta llegar a los actuales bancos de tiempo y de recursos. Junto a todos estos ejemplos podríamos situar todavía en la lista los más recientes y novedosos ecosistemas personales de datos, como Cozy Cloud o MyData. Todos ellos son modelos de economía colaborativa que se alejan de los Uber, Airbnb y Amazon Mechanical Turk al uso. Ciertamente, también de iniciativas como 23andMe, la plataforma que recoge la información genética de millones de ciudadanos para contribuir “colaborativamente” a mapear el genoma del planeta. ¿Qué diferencia, pues, unas de otras?

Convengamos primero que el desplazamiento del término “economía colaborativa” y el proceso de apropiación del mismo han sido inusualmente rápidos. Si las primeras iniciativas colaborativas fueron (y todavía son) potenciadas desde abajo, desde la sociedad civil, el crecimiento de esta nueva economía colaborativa 2.0 ha sido alimentado por tres elementos específicos que confluyen en Internet: la creciente capacidad informática para el procesamiento de datos; la capacidad de geolocalización de los teléfonos móviles, y, claro está, el impulso de un capital financiero global siempre atento a las promesas de crecimiento.

 

¿Todo es economía colaborativa? El problema es, pues, definir qué es y qué no es la economía colaborativa. Veamos. BMW y Sixt formaron ya en 2011 una iniciativa para compartir el uso de vehículos llamada DriveNow. De igual manera, Walmart se alió en su día con Lyft y Uber par...


David Murillo

Profesor titular del Departamento de Sociedad, Política y Sostenibilidad en ESADE Business School ·