Educación y sociedad de la información: tres casos de formación 2.0
Business Review (Núm. 201) · Recursos humanos · Mayo 2011
Si queremos tener líderes mañana debemos invertir por la educación "hoy". Cuando lo que se dice y lo que se hace no coinciden, si pensamos algo distinto a la conducta se produce un deterioro en la educación, no podemos conseguir lo que no pretendemos.
La educación se refiere a las personas. "Si vos toleráis que vuestro pueblo esté mal educado y sus modales corruptos desde la infancia, y después los condenáis por los crímenes a los que su primitiva educación les ha abocado, se llega a la terrible conclusión de que primero los hacéis ladrones y los castigáis después" (Utopía del renacentista Tomás Moro).
Todos los pensadores coinciden en que la educación en la infancia siembra hábitos que recoge las conductas de la vida de adulto y es la mejor garantía para el ejercicio de un liderazgo eficaz. Una educación precisa otorga estabilidad al ser humano, desarrolla la voluntad, fomenta la generosidad y premia la honradez, factores todos ellos cruciales para las organizaciones.
A lo largo de las tres últimas décadas, han sido muchos los intentos de los sucesivos gobiernos españoles por implantar un sistema educativo de calidad. En la década de los noventa, el objetivo prioritario consistió en hacer efectiva una escolarización más extendida, mientras que en los años finales del siglo xx, el desafío pasaba por conseguir que esa educación ampliamente generalizada fuera de calidad y que, además, llegara a todos los ciudadanos con equidad.
Pese a los logros alcanzados, como la plena escolarización de la población entre tres y dieciséis años o la alta tasa de escolarización en bachillerato, formación profesional y universidad, lo cierto es que ni la LODE, promulgada en 1985, ni la LOGSE, en 1990, ni la LOPEG, en 1995, ni la LOCE, en 2002, ni por otra parte la LOE, aprobada en 2006 y vigente hasta el momento, han conseguido llevar al sistema educativo español por el camino de la excelencia. La permanente búsqueda de soluciones a través de sucesivas leyes parece que no ha hecho sino desestabilizar los pilares de un sistema educativo que necesita levantar cabeza y que arrastra elevadas tasas de fracaso escolar.
Alguna evidencia de ello es la tendencia de los elocuentes datos del informe PISA 2006, que sitúan a los escolares españoles por debajo de la media europea en tareas básicas como la lectura o la comprensión, con un descenso de más de veinte puntos, respecto al informe de 2003, la mayor caída de los país...