¿Es usted el peor enemigo de sus empleados?
Business Review (Núm. 236) · Habilidades directivas · Junio 2014
La gente espera encontrar a los malos jefes en las empresas que fracasan. Sin embargo, a partir de las encuestas y entrevistas que hemos
realizado a más de doscientos cincuenta profesionales de 37 países, hemos descubierto que el 51% de los empleados de todo el espectro de la práctica organizativa considera que las iniciativas tienden a tener éxito a pesar de sus superiores, y no gracias a ellos. Todos los empleados creen que sus jefes obstaculizan la efectividad de vez en cuando. No obstante, la prevalencia de este fenómeno, incluso en organizaciones de éxito (definidas así por nuestros encuestados), resulta reveladora.
Es difícil concebir que la mayoría de los líderes llegue al trabajo cada día con nuevas ideas para frustrar intencionadamente los esfuerzos de sus equipos. Lo que sucede es que son atraídos hacia lo que nosotros llamamos la trampa del lastre: una burbuja cognitiva donde los directivos concluyen, erróneamente, que el éxito de sus equipos es un reflejo de su buen liderazgo. Como consecuencia, las organizaciones se conforman con menos de lo que podrían alcanzar si contaran en su jerarquía con directivos más conscientes de sí mismos.
La naturaleza de este lastre varía, pero hay algunos elementos comunes, como la falta de claridad en el propósito y la dirección, el hecho de no tener en cuenta la capacidad de la organización y las políticas inútiles (ver muestra 1). Nuestro estudio también indica que la obstaculización por parte de los directivos, si no se aborda, termina pasando factura en lo referente a la implicación de los empleados y a la motivación, por muy sólido que sea el último informe trimestral. Además, un patrón de lastre disparará el número de empleados con alto rendimiento que abandonen la empresa. Quienes tengan un rendimiento medio sufrirán en silencio las consecuencias de un jefe atrapado en la trampa del lastre, pero no es de esperar que aquellos con un alto rendimiento tengan tanta paciencia.
Las buenas noticias son que cualquier directivo puede escapar de la trampa del lastre, o incluso evitar caer en ella. El proceso empieza cuando se reconoce que la obstaculización es una enfermedad real en las organizaciones, la cual produce una serie de síntomas que se pueden diagnosticar. Solamente podrá pl...
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TP