La apuesta por la ciberseguridad o es firme o no será

La acelerada digitalización del último año ha dejado al descubierto la falta de políticas de ciberseguridad robustas en buena parte del tejido empresarial. Los ataques de los ciberdelincuentes han ganado fuerza y sofisticación, quizá aprovechando los resquicios de seguridad que asomaron con el teletrabajo y el uso masivo de herramientas colaborativas sin los controles necesarios. Así, hemos llegado a sufrir otra pandemia, la del ransomware. La voracidad de los atacantes ha hecho que cada vez sus objetivos sean más ambiciosos, desde pymes hasta infraestructuras críticas. En España, se calcula que los costes de los ataques van de decenas de miles a varios millones, dependiendo de la capacidad de pago de la víctima.

La conclusión es que la ciberseguridad debe ser una de las “ocupaciones” (para que no se convierta en “preocupaciones”) de los directivos de cualquier organización. Aun con avances importantes en los últimos años (España ocupa actualmente el cuarto puesto a nivel mundial en el Índice Global de Ciberseguridad 2020 y el segundo en la Unión Europea), sigue siendo necesaria una mayor concienciación sobre el impacto que puede acarrear un ciberataque: parada de actividad, robo de información sensible, problemas reputacionales y económicos… Es una guerra que no se puede librar en solitario. O se lucha con firmeza o no se estará peleando. Se debe contar con la formación y el asesoramiento experto más completos para adoptar las mejores soluciones de ciberseguridad. Apostar por servicios innovadores para la protección que abarquen la detección y respuesta ante ataques, el análisis de vulnerabilidades para priorizar las más críticas, herramientas de inteligencia que permiten percibir amenazas futuras y programas de formación de equipos en temas de protección. En resumen: conocer, proteger, detectar, responder y recuperar.