La gestión de las personas: una nueva visión

¿Cuáles son los principios básicos que debemos seguir para gestionar una empresa entendida como un sistema viviente organizado en red?

Cuando hablamos de redes desde el punto de vista social, hablamos de personas, y, en este contexto, se utilizan modelos organizativos artificiales. Es decir, modelos creados y gestionados por personas en las que se delega la tarea de guiar y dirigir a otras personas.

Aquí entran en juego el liderazgo y la responsabilidad, y, de forma sorprendente, las reglas de la naturaleza, distintas de las empresariales, pueden ayudarnos a entender cómo movernos dentro de una organización. Con frecuencia olvidamos que cada organismo, en cualquier nivel de la cadena biológica, es de por sí autónomo.

Decir que el entorno provoca el cambio, pero no lo determina, no lo especifica, quiere decir que cada sistema viviente responde a una perturbación a su manera, autoorganizándose. Es la teoría que Fritjof Capra llama “perturbación significativa”, y significa, básicamente, que no podemos dirigir un sistema viviente: solo podemos perturbarlo.

Comprender por qué y cómo se distribuye el poder se vuelve fundamental en una organización estructurada en niveles jerárquicos. Para afrontar este tema fundamental, partimos del pensamiento expresado por Frédéric Gros en su libro Desobedecer, que describe las distintas formas de obediencia a nivel social: desde la sumisión no elegida del esclavo a la obediencia del conformista, que se adapta porque le resulta más fácil. No existe responsabilidad ni relación efectiva entre las jerarquías: es una forma de obediencia gobernada por la inconsciencia y la inercia, y en la que no se reconoce ningún objetivo común.

Si tenéis una empresa, probad a preguntar a vuestros directivos por qué son ellos los que mandan, y a vuestros empleados y trabajadores por qué tienen que obedecer. Si profundizamos en el tema de la relación jerárquica, veremos cómo se pueden extraer indicaciones capaces de cambiar drásticamente nuestro modo de relacionarnos con la organización de la que formamos parte.