Las claves del liderazgo creativo
Business Review (Núm. 228) · Estrategia · Noviembre 2013
En el entorno actual, complejo, interdependiente y altamente volátil, la creatividad es decir, las chispas que hacen brotar nuevas ideas y la innovación las actividades que llevan esas nuevas ideas a los mercados se han convertido en condición sine qua non para la supervivencia y el éxito de las empresas. Son palabras de moda en los medios de comunicación dedicados a los negocios, constantemente evaluadas en rankings de las organizaciones más innovadoras o los ejecutivos más creativos, por revistas como Fast Company, Forbes, Business Week o consultoras como el Boston Consulting Group (BCG), entre otros. Según un estudio de IBM de 2010, 60% de los 1.541 CEO entrevistados destacan la creatividad como la cualidad de liderazgo más importante, y la que despunta las empresas con mejor rendimiento. También la reconocen como una de las máximas prioridades de la agenda de los CEOs para desenvolverse en entornos complejos, resultado de la integración global y la conectividad. La creatividad ya no es un dominio exclusivo de los artistas, sino también de los ejecutivos, conocidos tradicionalmente por su pensamiento analítico.
La creatividad y la innovación, sin embargo, aunque necesarias, no son un acto natural. Requieren que los directivos superen las barreras de las formas de pensar y las rutinas de las organizaciones, dirigiéndolas hacia nuevos territorios y horizontes. Las presiones a corto plazo para mejorar la eficiencia y el desempeño organizativo dificultan que dediquen tiempo y recursos a "jugar" y explorar ideas radicalmente nuevas.
Y, lo que es más, tal y como han mostrado algunos estudios, organizaciones que habitualmente son buenas en dicha exploración tienen dificultades para sacar provecho a sus descubrimientos e invenciones, mientras que las que son buenas explotando en lo que han sido únicas y buenas tienen problemas a la hora de concebir e implementar nuevas ideas. Esto es así porque las ideas novedosas son, a menudo, malas, incomprensibles y problemáticas. Alejan a la organización de las prácticas establecidas y de las recetas probadas y requieren un esfuerzo adicional para llevarse a cabo. Tal y como resumió magistralmente en 1995 Jim March, el académico y pensador organizacional de la Stanford University: "A la mayor parte de los herejes se los quema, no se les canoniza. La mayor parte de los inventos, en lugar de tener un valor incalculable, resultan inútiles. La mayoría de las organizaciones que desafían las reglas de j...