El clásico de William Golding, publicado menos de una década después del final de la Segunda Guerra Mundial, muestra el descarnado conflicto entre la civilización y la barbarie, entre la democracia y el autoritarismo. De su lectura se pueden extraer interesantes lecciones sobre el liderazgo.
Los aprendizajes de ‘El señor de las moscas’ sobre el liderazgo de equipos
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LF
Luis Francisco Hedo Gómez
Management & Innovation (Núm. 70) · Habilidades directivas · Noviembre 2024
El señor de las moscas, la obra más reconocida de William Golding, narra la historia de varios niños perdidos en una isla deshabitada después de que su avión se estrelle en la selva. Sin la autoridad de los adultos para marcar las normas de convivencia, poco a poco se irá manifestando la faceta más salvaje del ser humano, provocando luchas de poder entre los adolescentes que ostentan el liderazgo del grupo, hasta alcanzar un caos sin control. La historia representa una alegoría sociológica donde cada personaje simboliza singularidades del comportamiento humano.
En ese entorno, se muestran dos tipos de liderazgo. Por un lado, el que se sostiene por un tótem, una caracola que convierte a Ralph en el jefe electo, con un liderazgo abierto que permite a todos intervenir cuando tienen la caracola. Por otro lado, un liderazgo autoritario representado por Jack, que tiene una personalidad fuerte y va aumentando su poder e influencia entre los miembros del grupo con acciones cada vez más violentas, toleradas por la gestión del miedo de una supuesta bestia que creen que habita la isla.
Lecciones de liderazgo
Estas son las cinco enseñanzas sobre liderazgo que aporta el libro:
1. Un cargo sostendrá tu liderazgo por un tiempo, pero el verdadero liderazgo no necesita la autoridad de tus galones
La caracola ayudó a Ralph a mantener su liderazgo un tiempo reducido, porque el verdadero liderazgo no se sostiene en cargos, tótems o emblemas, sino en los atributos que inspiran a la gente a seguir tu visión. El compromiso del equipo se construye en la confianza de que eres una persona merecedora de poder guiar al grupo. Esa confianza que te otorga el equipo se edifica en tres pilares básicos:
• Sinceridad. La transparencia y la sinceridad son de vital importancia para que el equipo deposite la confianza en el líder.
• Competencia. Sentir que el líder tiene las habilidades y recursos para desempeñar su papel es fundamental para generar la seguridad de que conducirá al equipo por buen camino.
• Credibilidad. Toda acción tiene consecuencias positivas o negativas. Es en las acciones donde moldeamos la credibilidad. Nuestras acciones deben ser congruentes con nuestras afirmaciones.
2. El liderazgo autoritario quedó obsoleto el siglo pasado
Al principio, Jack alcanza el liderazgo de un grupo reducido de niños debido al miedo que tienen a una supuesta bestia que habita la isla, y las acciones de su grupo empiezan a ser cada vez más violentas. Esto mismo ocurre con los jefes que no escuchan y piensan que solo es válido hacer lo que ellos dictan. Suelen sostener su control a través de castigos y sanciones, como hacía Jack al intimidar y amenazar a los niños con azotarlos. Este exceso de autoridad genera un efecto negativo en los equipos, disipando las buenas ideas por miedo a la recriminación y haciendo que el talento salga en estampida hacia empresas donde pueda desarrollarse de verdad. El jefe autoritario suele mandar, sin invitar a la exploración de las ideas, utilizando el poder de su cargo para legitimar su autoridad. Este tipo de gestión provoca la desmotivación de los equipos, causando niveles mínimos de creatividad y desembocando en empresas cada vez más pobres y tóxicas. La riqueza de una compañía se encuentra en la capacidad de sus gestores para debatir las ideas, ampliar horizontes de pensamiento y abrir nuevas posibilidades.
3. Es fundamental apoyar a tu equipo
En el libro, Piggy es atacado y ridiculizado en varias ocasiones mientras Ralph todavía ostenta la posición de líder sin que este haga nada al respecto. El deber de un líder es cuidar de su equipo y mantener un entorno de confianza basado en el respeto entre los miembros del grupo. La discusión de las ideas es fundamental para la toma de decisiones, incluso el debate acalorado, pero siempre con respeto entre las personas. Un líder debe velar por que se expongan todas las ideas, motivando a participar a todos los miembros del equipo. Legitimar a cada uno de ellos para que todas las opiniones (aunque no sirvan en ese momento) sean expuestas sin juzgar su calidad promueve el desarrollo y el crecimiento.
4. Los éxitos forjan equipos
Cuando Jack caza el jabalí, aumenta su influencia en el grupo y mejora su posición de liderazgo. Los niños alaban esa gesta y lo vitorean. Alcanzar los objetivos da poder al grupo. Por ese motivo es tan importante que sean alcanzables. La visión personal o empresarial puede ser todo lo ambiciosa que nos propongamos, pero debemos dividirla en objetivos alcanzables con los recursos de los que disponemos en ese momento. Un objetivo desproporcionado producirá frustración si nos quedamos lejos de alcanzarlo. Fragmentar en microobjetivos tiene muchas ventajas. La primera es que podemos comprobar cómo estamos en relación con la consecución del objetivo sin que haya una gran desviación, siendo corregible mediante el aprendizaje y el ajuste. La segunda es que la consecución de esos microobjetivos aporta confianza y motivación a los equipos.
5. Los fracasos pueden destruirte o ayudarte a mejorar
Cuando se apaga el fuego, Ralph responsabiliza públicamente a Jack, provocando una discusión llena de reproches. Sin embargo, de poco sirve la atribución de culpas. Se construye desde la reflexión del error con el equipo para aprender de la experiencia, lo cual permite trazar un plan que ayude a superar los obstáculos que nos hicieron fracasar.
El líder debe ser capaz de admitir sus errores desde la responsabilidad. Me gusta la metáfora del espejo para definir la posición del líder en un equipo, situándose como responsable de lo que ha sucedido. Cuando hemos fracasado, te miras al espejo sin echar la culpa al entorno o a los demás, responsabilizándote de las decisiones tomadas o fallidas. Solo desde ese lugar hay espacio para aprender de lo sucedido. Cuando dejas de buscar culpables, empiezas a poner todas tus energías en las soluciones.
En conclusión, los momentos críticos pueden sacar lo peor o lo mejor de las personas. Lo único que nos separa del descontrol y de la desmotivación es un liderazgo basado en la escucha activa, que invite a la participación e inspire al equipo para crecer, ser mejores y superar cualquier obstáculo.
Luis Francisco Hedo Gómez
Director general del grupo Gómez Aparicio ·
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TP