La imitación de las herramientas tradicionales del lujo por parte de las marcas de gran consumo condiciona una época en la que la racionalidad y los beneficios funcionales del producto han quedado eclipsados por la emoción que este es capaz de generar.
Qué han aprendido las marcas de gran consumo de la comunicación emocional del lujo
PJ
Pedro José Utrera
Business Review (Núm. 349) · Márketing · Noviembre 2024
En un mundo cada vez más digitalizado, donde la competencia entre marcas es feroz y la tecnología ha nivelado el campo de juego, la emoción se ha convertido en un elemento clave para diferenciar a las marcas y conectar con los consumidores de manera significativa. En el ámbito del lujo, la emoción ha sido una herramienta tradicionalmente utilizada para crear una conexión profunda con los clientes, transmitiendo exclusividad y generando un sentimiento de pertenencia. Sin embargo, en la actualidad, las marcas de gran consumo están adoptando estas estrategias emocionales para destacar en un mercado saturado y conseguir una ventaja competitiva real y no imitable sobre sus rivales.
La importancia de las emociones en nuestra vida es innegable. Son una parte fundamental de nuestro día a día y juegan un papel crucial en nuestras decisiones de compra, a pesar de que muchas veces no somos conscientes de ello. Según un estudio de la Universidad de Harvard, el 95% de nuestras decisiones diarias se toman por razones emocionales, mientras que tan solo el 5% son racionales1. Estamos hablando de decisiones que abarcan pequeñas compras de caprichos o premios diarios, pero también adquisiciones de importe elevado, como un automóvil.
Obviamente, el producto en sí debe responder a las expectativas en la vertiente objetiva, eso es innegable, pero sus aspectos técnicos, racionales, han dejado de ser la clave en el proceso de decisión de compra. Los aspectos funcionales y la calidad no se pueden obviar, pero han dejado de ser el argumento que inclina la balanza.
Lecciones del sector automovilístico
Una industria que ha entendido rápidamente este concepto es la de la automoción, o habría que decir autoemoción, porque hace ya algunos años que los coches han dejado de venderse por las prestaciones que ofrecen. Hubo una época en la que la clave de la comunicación en el sector se basaba en aspectos racionales como la potencia del motor, los elementos de seguridad y el equipamiento, pero hoy en día lo único que se ofrece como argumento es la sensación, la emoción que se siente al conducir ese vehículo.
Dado que el mercado del automóvil ofrece productos cada vez más similares técnicamente hablando y cualquier innovación es rápidamente incorporada por los competidores, la única forma de diferenciarse es explotar las posibilidades de otras dimensiones del producto: ampliar el producto desde una v...
Pedro José Utrera
Codirector del Máster in Marketing & Luxury Business Management en Eserp ·