La estrategia es especialmente importante en tiempos convulsos. ¿Qué papel debe asumir el estratega? ¿Qué posturas se pueden adoptar y con qué efectos? Decidir qué estrategia seguir en entornos inciertos es complicado: ¿es mejor replegarse, resistir o transformarse?
Repensar la postura estratégica de la empresa en tiempos de crisis
AC
Adrián Caldart
Business Review (Núm. 306) · Estrategia · Diciembre 2020
Corren tiempos difíciles para los estrategas empresariales. Desde hace varios años, existe un consenso amplio entre empresarios, directivos, consultores y académicos respecto a que un creciente número de sectores económicos enfrentan entornos de negocios crecientemente cambiantes. Factores tales como el impacto de la digitalización en muchos modelos de negocio, el ascenso de China –de Asia, en general– en el concierto económico mundial, los riesgos latentes derivados de los desequilibrios macroeconómicos globales y la irrupción de la sostenibilidad ambiental como elemento central en la estrategia de muchas empresas son citados habitualmente entre los factores que explican esta mayor turbulencia en los entornos de negocios, conocidos como VUCA (volatilidad, incertidumbre –uncertainty, en inglés–, complejidad y ambigüedad).
Cuando más difícil es hacer estrategia, más la necesitamos
La consecuencia de vivir en un “mundo VUCA” es la creciente dificultad que tienen los estrategas a la hora de trazar un rumbo para sus organizaciones. Fijar un rumbo requiere tener una idea razonablemente clara acerca de hacia dónde queremos llevar a nuestra empresa (visión) y de cómo vamos a articular el conjunto de iniciativas, normalmente plurianuales, para lograrlo (plan estratégico). Dicha visión y los planes consecuentes se basarán necesariamente en un conjunto de supuestos, es decir, estimaciones que el estratega hace sobre cuál será la evolución de los factores clave del entorno que afectan a su empresa. En este sentido, el estratega establecerá supuestos sobre factores como, por ejemplo, el ritmo de crecimiento de la demanda, las iniciativas comerciales de la competencia, las preferencias de los clientes, el coste para contratar y retener cierto tipo de profesionales clave, etc., y los considerará al formular la visión y diseñar su plan.
El problema de los entornos altamente cambiantes es que dichos supuestos del estratega “caducan” rápidamente y deben ser redefinidos con mucha frecuencia, lo cual puede conllevar que la empresa deba alterar sustancialmente sus planes y hasta su visión, o por lo menos alterar los horizontes temporales para los mismos. En el extremo, esta situación puede crear dudas acerca de la utilidad misma de la planificación plurianual como herramienta de gestión, lo cual consideramos que es un grave error.
En este artículo defendemos la idea de que, pese a las dificultade...
Adrián Caldart
Profesor de Practice of Management de Dirección Estratégica en IESE Business School ·