Competitividad y relación laboral en el siglo XXI: una comparativa europea
Business Review (Núm. 154) · Habilidades directivas · Enero 2007
No cabe duda de que el mundo económico dentro de unas décadas será muy distinto al que conocemos hoy. Evidentemente, es imposible anticipar todos los cambios que nos esperan en el ámbito de los negocios y estar preparados para cada uno de ellos. Una de las afirmaciones que sí podemos sostener es que el papel que desempeñarán las personas y sus características intangibles (actitudes, capacidades, valores, etc.) será una de las claves de la competitividad futura en los países desarrollados. Sin embargo, la integración de ambos mundos (el macroeconómico y el psicosociológico) en una reflexión común tiene hasta el momento pocos precedentes en el mundo de la investigación.
LA COMPETITIVIDAD DESDE LA PERSPECTIVA DEL CAPITAL HUMANO
Si buscáramos un condicionante esencial en el debate sobre la competitividad, sin duda deberíamos aludir en primera instancia a la globalización. Este fenómeno conlleva presiones competitivas que forjarán las bases de las industrias con éxito en el futuro.
En los países más desarrollados, la mano de obra no cualificada es mucho más cara que en los países en vías de desarrollo. Por tanto, las industrias que utilicen intensivamente la mano de obra no cualificada se encuentran y seguirán encontrándose con la competencia cada vez más intensa de los países en vías de desarrollo. Estos sectores incluyen el textil, la agricultura y la alimentación, el calzado, los muebles y otras industrias que requieren inputs altos de mano de obra no cualificada, y se extenderán a las manufacturas más maduras, como la electrónica y el automóvil.
Sin embargo, aunque están perdiendo competitividad en los sectores tradicionales y más estandarizados, los países desarrollados contarán con una ventaja en las industrias que utilicen intensivamente nuevas tecnologías y una mano de obra altamente cualificada. Este factor de producción es todavía escaso en los países en vías de desarrollo y, como consecuencia de ello, se convierte en la fuente de ventaja competitiva clave para los países "ricos".
Los países que no consigan sentar las bases para el crecimiento de este tipo de industria se encontrarán con una competencia creciente e intensa proveniente de los países con costes laborales más bajos y perderán cuota de mercado internacional.
Este escenario no excluye la posibilidad de que países con una especialización importante en industrias tradicionales y de más bajo contenido tecnoló...
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TP