Confianza, eficiencia y generación de valor

Blockchain no es la nueva revolución. Nació hace más de diez años para desintermediar a las instituciones financieras. Pero, más allá de esta industria, el impacto de blockchain en los negocios, en general, es aún discreto.

Blockchain es un habilitador más para que las empresas completen su transformación digital, y lo que hace es añadir una capa de confianza a las relaciones digitales. Empiezan a aparecer procesos en sectores económicos como la logística o la industria, que, gracias a la aplicación de blockchain, evidencian sinergias y generan enormes eficiencias, porque se simplifican las eventuales verificaciones y auditorías y se elimina la posibilidad de que aparezcan disputas entre los participantes.

En otros sectores, como la alimentación o los bienes de consumo, blockchain ayuda a demostrar al consumidor la calidad de un producto, los materiales incorporados o la trazabilidad desde el origen. En ambos casos, estamos ante los dos únicos modelos de negocio que hoy en día permiten generar valor en las empresas con la adopción de blockchain, al saber generar eficiencias que producen ahorros o construir una reputación que pueda traducirse en ingresos.

Por otro lado, a medio plazo asistiremos a un tercer modelo basado en la “tokenización” de activos físicos o digitales. Más allá del boom actual de los NFT (tokens no fungibles, por sus siglas en inglés), en los mercados financieros descentralizados, los NFT no son más que entidades digitales infalsificables que pueden crearse y comercializarse con independencia del activo real al que representan. Podremos tokenizar cualquier cosa, desde nuestro coche hasta el abono de la ópera, desde nuestro contrato de trabajo hasta nuestros recuerdos. El reto al que nos enfrentamos es entender las dinámicas de estos nuevos mercados y los derechos y obligaciones de un tokenista, que ya hoy es un híbrido entre un coleccionista y un accionista.