El futuro ya es presente

Cada día nos llega más información acerca de la inteligencia arti-ficial (IA), que no es otra cosa que cualquier máquina que imita el comportamiento humano por medio de la combinación de algoritmos. Ya encontramos coches que se conducen solos, hablamos con asistentes de voz (Google Home, Amazon Echo) o interactuamos con chatbots. Todo esto es IA, que parece algo del futuro, pero que, en realidad, ya convive con nosotros.

En la industria de la publicidad, gracias a la combinación de IA con tecnología Big Data, podemos analizar más detalladamente los hábitos de consumo de cada persona y ofrecer mensajes, productos y servicios más personalizados en todo tipo de plataformas (TV conectada, móvil, ordenador) y formatos (video, imágenes, audio).

Por ejemplo, si suelo usar Internet para leer informaciones gastronómicas entre la una y las dos de la tarde, es probable que la próxima vez que me conecte durante esa misma franja horaria sea impactado por una creatividad publicitaria de alguna marca del sector alimenticio. O que, si he consultado en un buscador de viajes información sobre Barcelona, en mi próxima conexión a Internet vea el anuncio de una compañía aérea ofreciéndome un descuento para mi próximo viaje a Barcelona.

Esto es debido a que las empresas publicitarias, gracias al IP, cookies y píxels, pueden analizar nuestro comportamiento de navegación online, localizarnos y, por medio de un algoritmo, identificarnos y optimizar y mostrar el mensaje que puede ser más relevante para nosotros, tanto en una primera toma de contacto como en las siguientes.

Algunas personas dicen que es algo intrusivo, por lo que borran siempre sus cookies, porque se sienten perseguidas por las marcas. Pero es una ventaja tanto para el consumidor, porque le ayuda a ver lo que más interés le puede generar, como para la marca, porque le permite incentivar sus productos sobre las personas adecuadas, en el momento adecuado y con el mensaje adecuado.

Además, cabe mencionar que la IA, hoy en día, está jugando un papel importante a la hora de luchar contra el fraude digital, por ejemplo, en el sector bancario, financiero o de las aseguradoras.

En cualquier caso, el debate sobre dónde está el límite de las marcas en el uso de esta tecnología y su contacto con el consumidor está abierto.