La competencia entre compañías por la visibilidad ya no se libra ni en el terreno de los medios de comunicación ni en el de las redes sociales, sino que todos compiten en un mismo ámbito. Medios, empresas, redes, instituciones, editores… Todos trabajan cada día en el negocio de la atención, donde la pantalla se presenta como paradigma y lugar central que conquistar. Pero ¿cuál es la combinación perfecta para lograr captar la atención? ¿Qué debemos saber para lograr las primeras posiciones en la lucha por un bien tan escaso? ¿Cómo será en el futuro la atención que nuestro público está dispuesto a prestar?
Un minuto de su tiempo. La comunicación en el punto de inflexión del negocio de la atención
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Israel Doncel Martín
Business Review (Núm. 307) · TIC · Enero 2021
“El orador de la noche estaba en plena búsqueda de su argumento en el momento en el que me escabullí de todo. Pero cuando subí a un taxi en la puerta, ahí estaba la misma voz, persiguiéndome. Recorrimos las calles oscuras (…) y la argumentación continuaba ahí. Pensé que sería el efecto de demasiada política, pero en la primera intersección, el taxi paró y emitió una de esas melodías cansadas que salen solo de una fuente. ¡La radio, por supuesto!”. Anne O´Hare McCormick, primera mujer en ganar un Premio Pulitzer, describía esta experiencia el 27 de marzo de 1932 en The New York Times. De esta forma, en su reportaje “La radio: una gran fuerza desconocida”, nos presentaba las ondas como una suerte de voz perseguidora que podía estar en todas partes. Un reclamador de nuestra atención constante, al que podemos confundir con nuestro propio subconsciente. De hecho, añadía: “La escucha de la radio tiene un efecto aturdidor, casi anestésico, sobre la mente”. Era fácil. En 1932, la radio no tenía demasiados competidores para reclamar la atención de una audiencia poco acostumbrada a que hubiera una voz que les hablara en el taxi, en el salón de su casa o en una reunión de amigos; pero las cosas son muy diferentes actualmente
Avancemos ochenta y siete años en el tiempo, sumemos más de quince mil estaciones de radio tan solo en Estados Unidos y añadamos algo que lo cambió todo: la pantalla. Y no solo una. Casi la mitad de los adultos estadounidenses reconocen utilizar “muy a menudo”, o “a veces”, una segunda pantalla mientras ven la televisión. A esa segunda pantalla pueden llegar casi medio centenar de notificaciones diarias. Es decir, el número de intentos por captar nuestra atención no solo se profesionaliza y mejora, sino que también se multiplica. Ante ello, ¿decidimos escapar como McCormick? Los datos nos arrojan conclusiones como que el consumo de horas de televisión ha crecido desde los años 50 sin parar hasta hace una década, cuando se han empezado a ver pequeñas reducciones (ver el cuadro 1). Además, llegamos a consumir elementos de comunicación –las principales plataformas para llamar nuestra atención– casi las mismas horas que permanecemos despiertos, gracias a nuestra capacidad multitarea. Todo esto sin olvidar que ya hay más tarjetas SIM activas que habitantes en el mundo.
Israel Doncel Martín
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Profesor asociado en la Universidad Carlos III
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